domingo, 5 de abril de 2009

Cuento



El Viaje


Mamá encendió la hornilla para calentar el agua. Era sábado y el domingo teníamos que estar en Trujillo, todo cambia cuando uno se va a Trujillo, allá uno se la pasa bien con los primos, come muchas cosas, en especial esa que hace la tía Julia, pudín, mi preferido. Trujillo es una ciudad hermosa. Allí dicen es donde nací.
Ese día nos hicieron levantar temprano para recoger leña de la chacra de doña Isolina. Ya de tardecita mamá puso las ollas grandes que hizo papá. Al primero que bañaron fue a José, de los cuatro era el que menos lloraba en el agua. Mamá ponía junto con el agua caliente una rama de Alcanfor, esa que dicen que es buena para el resfriado y el asma, entonces que carrapandún, calatito al agua y allí mamá frote y frote se la pasaba uno por uno, mi hermana se bañaba sola, ella ya era mayorcita. Pero ese día recuerdo nos alegramos tanto de que nos llevaran a Trujillo.
Mucha gente venía a saludar a mamá, le abrazaban, le ponían el brazo en el hombro, le acariciaban la cabeza. Mi hermano y yo arreglamos, él su camión azul y yo el auto verde, mi otro hermano no quiso llevar nada, él siempre decía que allá había mejores juguetes. Siempre andábamos peleando por los soldaditos verdes del primo Luis, los ladrillos armables, los carros de bomberos. Todo. Él siempre tuvo todo. Papá se quedó en casa, él nos dijo que iría por la tarde. Papá siempre andaba ocupado. Había tiempos en que se la pasaba trabajando casi toda la noche. Hacía ollas de diferentes tamaños, aguzaba hierros, hacía picos, puntas, cuñas, esas son las pequeñitas, las que sirven para partir piedras, decía papá que el abuelo las utilizaba para partir la enormes piedras que se le cruzaban por el camino. Pero papá no fue ese día.
De tempranito nos levantó mamá. Nos levantamos, nos lavamos las caras, nos colocamos los zapatos, los marrones eran los míos y esperamos a que el carro de Don Melquíades nos pegara un bocinazo para salir casi corriendo de casa a montar y ganar el mejor asiento. Don Melquíades nos miró tierno, saludó a mamá y partimos. A medio camino, vomité, luego me siguió Luis y al final casi lo hace José. Mi hermana en todo el camino despegó los labios. Se la pasó pegado al cristal, mirando los arbustos, el río, los cerros, la gente que pasaba cerca del carro.
Al final llegamos a Trujillo, se sabe cuando uno está llegando a Trujillo por el olor a dulce que despide esa fábrica de azúcar que está al principio de esa ciudad costera.
Cuando llegamos, mucha gente nos esperaba, mamá bajó del carro como quien baja de una carroza, lentamente. Allí vimos a mis tías y tíos esperándola. Mamá era la última de las hermanas y nosotros éramos los últimos de los sobrinos en llegar. Saludamos a tía Julia, Jacoba e Inés. No vimos a los primos. Cuando entramos, las velas y las flores inundaban la casa, los llantos y los pañuelos adornaban las manos de aquellas mujeres que estaban allí. Alguien que no recuerdo quién, me levantó en brazos y acercándome hasta aquella caja luminosa, vi a mi abuela aparecer tumbada con los ojos cerrados y en ademán de santiguarme, bajé de aquellos brazos y buscando con la mirada a mis hermanos, salimos a jugar.



Julio Lucio Rodríguez (2000)

6 comentarios:

Anónimo dijo...

me gusto mucho haber si nos escribes más .

Ricardo Guadalupe dijo...

Muy bueno, como practicamente todo lo que leo de ti.

Es curioso cómo podemos percibir las cosas según los años que se tengan y las circunstancias. Has sabido mezclar muy bien la ilusión de los muchachos por el viaje en contraposición con el funeral de la abuela.

Un abrazo

SAMNEYO dijo...

ESO MI MEGELO,TÚ COMO SIEMPRE DESCRIBIENDO TAN EXACTO NUESTRA PASADA VIDA DE NIÑOS. CIERRO LOS OJOS Y ME MPARECE VERNOS ALLI.
MUY BIEN PATITO ERES EL MEJOR... TE QUIERO. BYE,
TU MEGELO JOSÉ ANTONIO RODRÍGUEZ ZAVALETA.

JOSÉ dijo...

HOLA PATITO SIGUE ESCRIBIENDO ASÍ. BYE

JOSÉ dijo...

ESO MI MEGELO,TÚ COMO SIEMPRE DESCRIBIENDO TAN EXACTO NUESTRA PASADA VIDA DE NIÑOS. CIERRO LOS OJOS Y ME MPARECE VERNOS ALLI.
MUY BIEN PATITO ERES EL MEJOR... TE QUIERO. BYE,
TU MEGELO JOSÉ ANTONIO RODRÍGUEZ ZAVALETA.

Julio L. Rodríguez dijo...

Gracias hermanito, tú sabes que también te quiero, lo que hago es deshojar nuestros recuerdos y nada más. Un beso hermano.

Y gracias también Ricardo, un abrazote amigo. Ya no te digo lo de las cañas porque no se cumple jejeje. Cuídate mucho.