martes, 28 de julio de 2009

Microrelatos

Máscara




  

Le digo que se marche, que no le quiero ver. Ella responde que ya se ha ido, que lo hizo ayer. Y por qué te veo, le pregunto, me pregunto. Por qué estás aquí. Ella se gira, me mira con desprecio, "tú me has llamado" me grita, ¿no lo recuerdas? Cómo, no lo recuerdo, cómo te llamas, cómo has entrado, por qué vistes así. Ella de su bolso saca una carta, la extiende furiosa y lo lee gritando. Al leerla me pregunto quién es él. Qué nombre tiene. Por qué me grita, por qué me mira así.



Dormido



 

 
 

Cuando me despierto, ella aún sigue conmigo. Duerme con la cara a la pared. Miro entonces su desnudez, su espalda curva, sus brazos largos, su cabellera negra, sus bellas piernas, sus nalgas y entonces trato de ponerle cara a esa mujer. Si es bella o fea. Trato de recordar quién es, cómo la conocí. Entonces me siento, respiro hondo y cuando apunto estoy de decirle que se marche, ella se gira, me mira desconcertada y me dice casi como un reproche: soy D, tu mujer. Entonces, la recuerdo.




Ventana



 

 
 

Se sienta junto a la ventana, la claridad del día le permitirá devorar el periódico. Saca sus gafas de su funda, rebufa sobre ellos y los limpia lentamente con su paño seco, se los coloca, mira fuera antes de arrancar su lectura por encima de ellas. La carretera vieja y polvorienta, el campo de fútbol sin futbolistas, la mujer que baja sola con su canasta, la vecina tendiendo sus frezadas y sus colchas, los pájaros, las nubes, el día caluroso de una tarde peruana. Entonces se pregunta de nuevo, qué mirará mi nieto desde su ventana.

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2 comentarios:

Ricardo Guadalupe dijo...

Los dos primeros me transmiten el desapego, la ajenidad. El tercero en cambio lo contrario: la cercanía, la vinculación. Supongo que la sangre es lo que más une, por encima del sexo.

Buenas pinceladas de sentimientos.

Un abrazo

Julio L. Rodríguez dijo...

Máscara, me imaginé a una persona recluido en un manicomio o como se llame, y quizá allí viviendo su propio mundo e historias.

Dormido; tiene que ver mucho con Máscara, quizá despertar extrañado sin saber con quién, siempre me ha pasado. O quizá siempre deseamos despertar con la misma que sueñas.

Ventana; en cambio, es un homenaje a mi abuelo, él siempre leía sus periódicos o sus libros desde la luz de una ventana. Miraba fuera y empezaba con ellos, pero siempre me pregunté cada vez que miraba fuera, qué pensaba en esos intervalos.

Un saludo.