sábado, 6 de septiembre de 2008

Quiguir, un lugar, una Escuela



¿Cómo puedes irte tan lejos y dejar tus comodidades, para tan sólo abrir un libro y leerles lo que nunca verán y conocerán?. ¿Para qué, si de nada servirá tus enseñanazas, de nada servirá que les cuentes historias, la de Ulises con su Penélope, la de Bolívar y su Ameríca Bolivariana, la de los franceses y sus reyes sin cabeza, la de los Incas y su Imperio, la de Vallejo, de Abraham Valdelomar, de Vargas Llosa, la de los Españoles, la de los astronautas y sus viajes a la luna, la de la perra Layca, la de la clonación, la de Fujimori y la de un profesor que viaja muchos kilómetros, arriba, en lo alto del Perú, hasta los más pobres para aunque sea, enseñarles a sumar y a restar...? Pues sencillamente, para sentirse bien consigomismo. Para satisfacer esa vocación que de joven, muy de joven le nacería viendo a sus padres convertidos en unos analfabetos. 





Qué satisfacción tiene uno cuando ve un rostro como éste. Contento, feliz. Qué más paga que ésta. Se sufre, sí. Y qué. Pasan los días y no hay manera de acostumbrarse. Qué hacer. Nada. Los niños te enseñan que con muy poco son felices.
Has dejado atrás tus comodidades: tu tele, tu agua, tu ducha, tu celular, la electricidad, el pan tierno de la tarde, las voces, el ruido, el perro que ladra, tus vecinos, tus libros que desempolvas para echarle una hojeada por la noche, a la luz de tu pequeña lámpara, recostado en tu cama enorme, abrigado con tus sábanas limpias, sin olor a ese humo que inunda la casa cuando cocinas y sin voces extrañas y a la vez familiares que te declaman como poetas frustrados, las noticias que arremolinan tu pueblo, tu ciudad, tu país: sin radio. Todo se deja de lado, o todo se aparca cuando oye una delgada voz que le llama y le trata con respeto. Todo se olvida cuando el llanto de un niño te reclama desesperadamente cuando un problema de matemática no le sale. O cuando el más rebelde de la clase, al final del curso te pide el título de un libro que quiere leerlo en sus vacaciones.Qué satisfacción.


¿Pero y los materiales, y la escuela, y el agua y el uniforme? ¿Es normal que a más distancia de la capital, mayor pobreza educativa y mayor olvido? ¿Es correcto que creado un Programa Nacional de Apoyo directo a los más pobres (nombre de lo más pomposo) y cuyo objetivo:
"tiene por misión contribuir al desarrollo humano y al desarrollo de capacidades especialmente de las generaciones futuras, orientado su accionar a romper la transferencia intergeneracional de la pobreza, mediante incentivos económicos que promuevan y apoyen el acceso a servicios de calidad en educación, salud, nutrición e identidad bajo un enfoque de restitución de esos derechos básicos, con la participación organizada y la vigilancia de los actores sociales de la comunidad".

...se aprovechen ciertas personas despiadadas y sin escrúpulos (mal nacidos) que por tener el permiso de retribuir con "incentivos económicos" a la gente más pobre, se vean en el derecho de dar o quitar el apoyo cuando ellos (ella) crean? ¿Es justo? De el dichoso Programa hablaré más adelante. Ya lo verán. Es normal que ocurra todo esto en el Perú, lo anormal es que nuestras autoridades no hagan NADA, y sólo como meros espectadores, se limpien los mocos con pañuelo de seda.


Esa es tu labor, Profesor. Sin ti, no estuviera aquí. Sin ti, no hubiese podido leer y escribir y sin ti, este Blog no existiría. Qué satisfacción que se siente, verdad hermano,  cuando un niño te coge de la mano y te dice con su carita sucia "quédese profesor".







1 comentario:

Red devil dijo...

Al estar en situaciones de carencias en muchos aspectos como materiales y economicas se van apreciando las oportunidades que se presentan para mejorar como persona.
Quienes pasan por eso suelen ser personas muy ambiciosas(en el buen sentido) y dedicadas para lograr cumplir sus sueños por que saben lo que es pasar penurias desde el principio.

Saludos.