jueves, 8 de mayo de 2008

Cuento




AL OTRO LADO DEL TELÉFONO

Hola, bueno, me imagino que estarás trabajando. ¿Cómo estás? Seguramente que bien. No sé por qué te pregunto esto, si siempre cuando llamas (cuando lo hiciste hace mucho) me dices que estas súper.

Cuéntame, o mejor dicho, cuando hablemos, cuéntame cómo vas en el trabajo, cómo está tu amiga, la chica peruana, la de las manos mágicas ¿sigue yendo al médico? Ojalá se recupere, me la saludas.

¿Fuiste al cine? Eso es infaltable en ti cada semana, verdad. Me contaron que “El Retorno del Rey” es la mejor de las tres, tengo que verla, estoy tan entusiasmado, ojalá pueda este sábado.

Bueno, cuídate mucho, un beso y otro día te llamo, espero encontrarte.”

“¡Hola! Me imaginé que estabas allí, pero esta imaginación mía me está fallando. Oye, ayer llamó tu hermano, le di tu número y le dije cuándo más o menos te podría encontrar en casa. Ojalá tenga más suerte que yo, se le notaba un poco preocupado, espero que no sea nada grave. Cualquier cosa me llamas por favor. Un beso.”

“Hola de nuevo. Te llamo para contarte una cosa. Recuerdas los cuentos que envié a unos concursos aquí en España, pues, tres de ellos han ganado, es emocionante, no sabes la alegría que tengo, justo hoy al medio día me llegaron las cartas de felicitación en la que me invitan a la premiación en días diferentes; cómo quisiera que estuvieses aquí y me acompañases. Cuánto lo quisiera.

Te estarás preguntando qué cuentos han ganado; pues, el que envié al País Vasco fue “Hipólito el carpintero”, el que envié a Valencia fue La Muchacha” el que te gustó más, recuerdas, y el que envié a León fue “Y ahora, qué dirá la comadre” el de los asesinos. Sabes una cosa, yo tenía más esperanzas en “No te tragues a mi pueblo” no obtuvo ningún premio, ni el de consolación. Bueno, lo tendré que revisar y corregir, cuando esté listo te lo envío.

Nada, un beso, cuídate mucho. Saludos.”

“Estaba seguro que te encontraría. Habrás tenido que hacer. Hoy por la mañana llamó tu hermano, me dijo que le prestara un poco de dinero que era para tu padre. Ya me imagino cómo estarás, destrozada. No te aflijas que todo saldrá bien.

Sobre el dinero, no te preocupes que ahora mismo se lo giro; para algo gané esos concursos ¿no crees? A veces creo que ese ser divino, superior a nosotros, me echa una mano de vez en cuando. Ya escribiré más cuentos y con ellos ganaré más dinero, eso espero.

¡Ah! Y no te sientas mal si no me llamas, te entiendo. Un beso.”

“¡Aló! Quería imaginarme cómo estarás. Sí, sé que las malas noticias llegan rápidas y espero que ese no sea tu caso ni el de tu padre.

Ayer empezaron las clases. Te conté que me dieron tercero y cuarto año. Luché tanto para que me dieran también quinto, pero qué se va hacer.

Laura, la profesora de Inicial, me preguntó por ti; le dije dónde estabas, espero haber hecho bien, se alegró tanto. Me dijo que allí había estado de vacaciones unos días y que la comida es deliciosa y que los hombres son guapos; yo no sé por qué dijo eso.

Bueno, cuídate mucho. Un beso.”

“Perdóname, sé que es muy tarde. Sólo quería escuchar la grabación de tu voz en el contestador, es lo único que me mantiene vivo.”

“ Hola bonita. Hace tres días que no he ido a trabajar. Esta úlcera maldita me esta acabando de a pocos. Espero que este fin de semana me sirva para salir de esta convalecencia. No quiero que te asustes, ¡No! Aquí hay medicina que sobró de la vez pasada. No te llamo para que te preocupes, sino para que te enteres que estoy bien, porque me imagino que me habrás soñado ¿verdad?

Y en el trabajo me supongo que irás bien. ¿Se sigue portando mal ese jefe tuyo? Ignóralo. Tontos como esos no se merecen ni la más leve mirada.

Qué sabes de tu amiga la peruana, en la foto se le ve más alta que tú ¿o me parece? Tiene su encanto, verdad.

Me pregunto, cómo estará tu padre. Me supongo que bien. Ojalá esté bien, ojalá.

Bueno, cuídate mucho, un beso y hasta pronto”.

“Me acaba de llamar tu hermano; lo siento sinceramente de todo corazón. Cómo quisiera estar allí para consolarte. ¡Oh mi niña! Así es la ley de la vida y algún día nos va a tener que suceder a nosotros. Él ya vivió su vida, ahora, preocupémonos en vivir la nuestra.

¿Viajarás? Dime qué necesitas, por favor, dímelo. Llámame, un beso”.

“Ayer llamé a tu familia, les di el pésame a todos. Me dio tanta pena escuchar a tu madre que me sentí tan mal y tontamente lloré con ella. Perdóname por no ser tan fuerte, quizá la hice sentir peor de lo que estaba, es que me recordó tanto a mi madre. Hasta pronto, un beso”.

“Quise ir a verte, pero el colegio me negó el permiso por eso de los exámenes que se acercan. Lo siento”.

“Últimamente se me ha hecho difícil escribir y si lo intento, me resulta un cuento demasiado forzado, falso, infantil. Ya me pasará no te preocupes, eso dicen que les pasa a los artistas, ¿será que ya soy uno de ellos?”

“Hola de nuevo, quería imaginar tu rostro, tu cuerpo aquí, al escuchar esa voz tuya en el contestador. ¿Cómo debes estar? No me has llamado hace meses y esto me está preocupando de verdad. Llámame por favor, no hagas que esta preocupación se vaya incrementando cada día más. ¿O es que te ha pasado algo y no me lo quieres contar? ¿Estás enferma? ¿Necesitas dinero? ¿Quieres que vaya? ¿Qué es lo que te pasa? ¡Por favor llámame!.”

“Hace unos minutos me ha llamado tu hermano. Me dijo que estabas bien. Saber eso me calma, me alegra, me despreocupa. Sabía, en el fondo, que estabas bien, lo sabía. Perdóname por ser tan preocupón.

Te cuento que en el colegio estoy bien, en lo de los exámenes no hubo problemas, el único gran problema, es que a los alumnos no les gusta leer, bueno, a unos que otros, pero la mayoría detesta hacerlo. Entonces lo que hice fue reunirme con todos los profesores y tratar de darle una solución a ese problema, pero el problema lo tenían ellos; tampoco les gustaba leer.

Bueno, otro día te llamo, un beso”.

“Me sorprendió no encontrar tu voz en el contestador y más me sorprendió aún, encontrar la voz de un hombre joven en él. ¿Quién es? ¿Es alguna broma? ¿O es la voz de tu hermano? Eso es lo que me pareció al principio. Un beso, llámame.”

_ ¿Aló? (Nadie como siempre) ¿Hola?

_ ¿Sí? (Al otro lado)

_ ¿Elena?

_ ¿Perdón, qué dice?

_ ¿Está allí Elena?

_ Aquí no vive ninguna Elena.

_ Póngame con Elena por favor, Ud. es su compañero de trabajo, ¿verdad?

_ Pero qué dice, quién es Ud. ¡Ah! Ud. es de las llamadas. Aquí no vive ninguna Elena, aquí no ha vivido nadie hace meses, esta casa recién se ha alquilado.

_ ¿Cómo…?

“Quiero tratar de averiguar dónde estarás, qué ha sido de tu vida estos últimos cinco años. Quiénes son esos intrusos que viven contigo y que siempre te están negando. ¿Tendrás problemas? ¿Quieres mi ayuda? ¿Te han secuestrado?

Tu familia se ha marchado, llamé y me dijeron eso. ¿Qué les habrá pasado?

Ahora nadie me responde, nadie me contesta, todo se pierde en el tiempo. Todo se lo lleva el tiempo. Todo se muere, el tiempo los mata...”

Julio Lucio

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