viernes, 16 de mayo de 2008

Turismo

SAMNE (2da parte)

...Pues si seguimos caminando, la carretera nos llevará a lo que fue un Cine, todo de verde, todo él de calamina verde, sí, la misma que nuestros padres visitaban cada fin de mes. La misma que era limpiada por nosotros los alumnos del colegio y fregada con petróleo quemado. Más adelante, mi colegio, dividido en dos bloques, uno para el de primaria y el otro para el de secundaria. Toda mi vida estudiantil la pasé allí. Allí tuve a mis primeros amigos. Jhonny, Coco, Alfredo, Erick, Fredy, Minchola, Chela, Pablo, Berraco (Luis) y claro, mis hermanos, o sea los trillizos, éramos la panda perfecta. Caminamos, ahora las casas que antes los gringos habitaban se han quedado como estatuas hermosas, rodeadas de pinos frondosos y eucaliptos enormes que le daban la gracia y apariencia de estar viviendo en algún pueblecito de centro de América. No eran las típicas casas peruanas, no, éstas eran toda de madera, con chimenea, porche, sala, comedor, tres habitaciones, cada habitación de diferente color. Sábanas, cortinas, toallas, todos hacía un juego precioso que robaba la vista del visitante. Quizá ahora parezca frívolo decirlo, pero en su tiempo, resultaba ser lo más moderno de la época.
Ya estamos llegando a Taquila, especie de barrio fuera de Samne. Hemos pasado su antiguo Hospital, recinto que aún se resiste a caer por el tiempo, al lado, casi a su espalada, una casa rodeada de eucaliptos, la del Doctor, más arriba el casino, casa de juegos y apuestas, ahora la Piscina (recientemente inaugurada), seguimos y llegamos al garaje, que más tarde se convertiría en balanza para los camiones, hoy no queda nada como casi todo, un poco más arriba está lo que fue en su tiempo “La Mercantil”, especie de Mini Centro Comercial habilitada sólo para la gente que trabajaba en la Northen Mining Corporation, o sea, algunos gringos y muchos vecinos. La carretera polvorienta nos lleva al mirar a nuestra izquierda a “El Cable”, gigantesco cordel por donde circulaban las vagonetas, aquellas canastas embetunadas y llenas de ese negro mineral que eran trasladados a través de miles y miles de metros de cables (de allí su nombre) de grueso acero a los centros de procesamiento, sea Shorey o Quiruvilca. Pues allí construido estaba esa enorme mole de enmarañadas columnas de acero, al pie de un pequeño cerro que no recuerdo su nombre, y que servía como refugio de la prosperidad que su tiempo hubo. Recuerdo aún, cómo de pequeño nuestro padre nos llevaba a conocer ese sitio de ruidos extravagantes, de hombres bañados en ese negro polvo, de mujeres paseándose con las viandas a cuestas, buscando a sus maridos para darles de comer, de martilleos constantes a aquellas vagonetas que entraban y que dos o tres hombres la iban parando de a poco hasta llevarlas al vomitorium tratando así de hacerles expulsar todo ese oro negro de las entrañas. La base de madera gruesa recubierta por un aceite también negro, el teléfono con su bocina y su auricular en dos partes, de esas que ya no se encuentran y sólo se alcanza a reconocer en algunas películas viejas, los hombres, las mujeres, mi padre, mis hermanos, aún lo recuerdo todo. Más arriba, el panteón y a un costado, la casa de mis tíos. Siempre me he preguntado si alguna vez han pasado miedo allá arriba.
Pues ésta era una casa grande en la que vivían una pareja de esposos y sus dos hijos. Estaba ubicado en las faldas de un cerro, la única casa a lado del cementerio. Él, un hombre espigado y delgaducho de apariencia Quijoteana y ella, una mujer morena de cabellos canos, de facciones duras y apariencia noble. Allí nos llevaban padre y madre a verles. Al pasar “el Cable” sabíamos que ya estábamos cerca. Subíamos una cuesta más por ése único camino pelado y recto. Allí, entre vegetaciones verdes y secas, rodeados de piedras grandes y pequeñas, aparece a nuestra derecha una fachada que en su tiempo remedaba las grandes puertas de cementerios primigenios. Ahora sólo quedaba la puerta verde en pie con su techito de tejas rojas casi descoloridas por el tiempo y el hierbajo nacido de las lluvias. Ya no quedaba nada en pie de su cerco de adobes que años atrás separaba la vida de la muerte. Todo se había venido abajo. Al entrar, los nichos en el suelo compartían escenario con las piedras y la hierba crecida hasta las rodillas. No quedaba camino alguno. Ibas saltando de piedra en piedra hasta dar con alguna cruz de madera caída o una que otra de metal en la que rezaba “2 de noviembre de 1973”. Siempre sentía ese gusto extraño de saber cuál de aquellas cruces era la más antigua, qué persona era la más vieja, quién había sido el primero en morir. Entonces me asalta la duda: al morir, ¿seré enterrado aquí? Y muchas veces no he sabido repondérmelo. Sólo Dios sabe.
Una y otra lagartija va cayendo. A algunas le cortamos la cola y ésta va sufriendo espasmos conforme va muriendo, la cola áspera y aún caliente salta, se revuelca, trata de huir de la muerte, del ahogo, ya quisiera tener ojos para regresar a su dueño y escapar para más tarde, con el sol aún en lo alto, salir a calentar su sangre encima de las piedras. Esto es Taquila. Más arriba, ya en los cerros, están los sembríos, el amarillo del trigo y la cebada, el verde del maíz y los árboles, la claridad del agua, el azul del cielo… (Continuará)



Julio Lucio

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Julio, soy Ricardo, un viejo compañero del taller de escritura que te sigue leyendo y que se alegra un montón de que a través de internet hables a los 4 vientos de Samne y de la memoria de Samne. Para un escritor es casi una responsabilidad y un deber hablar de sus orígenes y tú lo estás cumpliendo. Gracias por compartirlo con todos.
Un abrazo

Anónimo dijo...

ESTA BUENAZO... MAS LA MODELO QUE SALE ALLI FIGURETEANDO. LO QUE ESCRIBES QUEDO MUY BONITO MY TE FELICITO COMO SIEMPRE HACIENDO QUEDAR BIEN A TU SAMNE, ME GUSTA.SÍ AHHH PON DE FONDO UNA CANCIÓN DE TU HERMANO MEGELO PARA QUE SE HAGA FAMOSO POBRESITO... SUERTE... APOYALO PÉ...

Anónimo dijo...

HOLA MEGELO TE PASASTE PUPILO ESTÁS MEJORANDO, SÍ ESTÁS SIGUIENDO MIS CONSEJOS, SIGUE ASÍ... TE VOY A ENVIAR UNA CANCIÓN MIA PARA QUE SEAS MAS FAMOSO. JAJA
CUIDATE.
TU MEGELO